(Remigio Remington)
Ya no me agazapo como supe,
pensó el sapo añoso, agazapado
en un pozo depresivo.
Siento que no soy el batracio deseable
que supe ser:
Ya no soy más aquel muchacho
obscuro, hasta la pigmentación
se pierde junto con la imagen, el
porte y la motricidad fina.
Yo siempre fui un sapo de su pozo,
aunque tenía mis aventuras como
todo sapo joven, dinámico y emprendedor.
Pero no me engaño, ya no puedo engañar
a nadie, ni a mí mismo: Por más que haya
avanzado en la práctica del estado de reposo,
con toda mi sapiencia luzco senil, añoso,
y todos me ven como sapo de otro pozo.
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