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sábado, 10 de febrero de 2024

El tamaño importa si sos pez

 

(Malcolm Mercader Ergástulas)

 

Los peces gordos no temen a Dios.

Los otros deberían temerle,

y desde luego lo harían si no estuvieran

ocupados en temer a los peces gordos.


Los peces gordos pesan más

y están demasiado ocupados en mantener

su peso y volumen para no perder

la categoría, como para temer a Dios.


Por lo demás, Dios fue generoso con ellos,

dándoles unos cuerpos respetables.


¿Por qué habría de castigarlos, si cumplen

su mandato y ocupan el lugar asignado?


Ocasionalmente, puede aparecer un pez más

gordo que los mueva a autopercibirse presa,

pero son accidentes naturales; nada que

escape al plan divino, ni que disguste a Dios.


El pez gordo va y viene bastante empoderado.

No se mueve con temor ni conoce el temblor.

Permanece ajeno a las disputas teológicas de

los otros peces, menores y más numerosos:


Son muchos, ni Dios sabe cuántos son ya que

se reproducen sin pausa para reemplazar a

las víctimas de los peces gordos.


Dios no necesita esa información para mantener

el control, tanto bajo las aguas como a nivel del

mar.


A los peces gordos y pesados no les importa

que los otros teman o no teman a Dios; les es

indiferente: Dios sabe lo que hace.


En cambio, estos peces menores y bastante

insignificantes, aunque mayores en número,

deberían agradecer la existencia de los peces

gordos y pesados:


Ella los libra de temer a Dios.




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