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jueves, 18 de mayo de 2023

La especulación al poder

 

(Epifanio Webber)

 

La especulación al poder:


Cuando alguien propuso esta consigna,

causó cierta perplejidad: Parecía una burla,

un contrasentido que no podía ser tomado

en serio (aunque muchos suelen serlo).


Analistas, semiólogos y estudiosos de diversas

disciplinas vinculadas al lenguaje como recurso,

concluyeron que era un absurdo:


La especulación no necesita promoción, es la

esencia del sistema en que producimos, nos

relacionamos y vivimos. Todos nuestros

vínculos son tributarios de esas relaciones de

producción que determinan las acciones y

pasiones de nuestro mundo humano.


Luego, no puede llegar al poder porque ya

está ocupando ese lugar, y con cierto éxito.


Pero algo se podría hacer con esa frase;

algo se podía cambiar sin cambiar nada

del contenido, y darle otro sentido sin

cambiar una palabra.


El aporte de un poeta autodidacta, ya retirado

de la actividad, que entre otros anacronismos

cultivaba el respeto por los signos de puntuación,

causó cierto efecto entre las autoridades del

quehacer discursivo, abocadas al estudio y

aprobación de consignas, eslogans y otros

emprendimientos retóricos.


La idea parecía descabellada, como suelen serlo

las de los poetas, pero abría otros espacios para

el desarrollo del pensamiento, en función de los

recursos semánticos para afrontar los desafíos

del futuro:


La misma frase, sin sacarle nada, pero agregando

dos signos de interrogación que la contuvieran,

no sólo adquiría otro sentido sino que habilitaba

la producción de otros.


Un redactor publicitario, que acreditaba estudios

filosóficos, filológicos, teosóficos y semiológicos

se entusiasmó con la novedad y, después de evaluar

con su equipo de asesores y consultores, concluyó:



En estos tiempos complejos, de inestabilidad continua

que atraviesa la realidad histórica, signada por la

confusión general y la crisis de valores, es necesario

que las consignas y productos discursivos que

introduzcamos se adapten a estas condiciones

como para generar empatía y ser aceptadas por la

opinión pública (sabemos que con empatía, ella es

capaz de aceptar cualquier cosa)


El signo de interrogación, abriendo y cerrando el

mensaje, abre nuevas perspectivas a futuro,

profundizando las dudas de todo orden y generando

oportunidades para nuevas respuestas a futuro, que

oportunamente produciremos.


La apuesta a futuro debe renovarse a cada paso, es

el recurso renovable por antonomasia: el pasado

está contaminado (nadie resiste un archivo) por

pujas ideológicas, y el presente es de lucha pero tan

dudoso como lo anterior, para ser generoso.


Generar preguntas es lo más productivo y criterioso

que se puede hacer por el momento. Abrir nuevos

horizontes para la expansión del pensamiento, por

fuera del modelo binario y la respuesta taxativa.


Mostremos que tenemos algo nuevo que ofrecer, y

que no es poco: Que cada consigna política sea

una pregunta multiplicadora, que florezcan las

preguntas en todos los sentidos hasta que la propia

evolución alumbre el brote de un sentido nuevo,

superador y universal…


Mientras nosotros seguimos especulando,

como los buenos poetas, que trascienden

la naturaleza de sus propios límites

y desafían el futuro de toda incertidumbre.


¿La especulación al poder?


¿Sí, se puede? ¿Siempre se puede estar peor?


¿Vamos por más?



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