(Teodoro Losper)
Se dicen cosas peligrosas.
Son pocos los que miden sus
palabras: Las emociones de signo
negativo, ganan terreno e imponen
la desmesura.
Lo emotivo resultó más útil
que lo racional: Así lo han entendido
quienes controlan y diseñan nuestra
realidad y sus crisis secuenciales.
El odio es un sentimiento eficaz
para manipular conciencias:
Las autoridades de turno
proponen distintos enemigos, todos
comunes, para que otros más reales
sigan con lo suyo.
El pueblo está solo, y ni siquiera lo sabe.
En la confusión, se dicen cosas peligrosas,
la violencia se agita como bandera. Aún
no hay culpables, puede que nunca los haya,
pero todos somos sospechosos.
A río revuelto, ganancia de los mismos que
ganaron siempre: pescadores que medran
generando enemigos sustentables.
Ellos controlan los recursos naturales, los
recursos humanos y también los retóricos.
En este clima, cualquiera dice cualquier cosa.
Ellos no, no dicen nada. Hacen decir a sus voceros
y empleados aquello que les resulta útil, redituable.
Se están diciendo cosas peligrosas.
Ante el peligro, los más sensatos preferimos no
participar y adoptar un silencio preventivo.
No siempre el silencio es salud, pero ante la
sospecha general lo más seguro y saludable
es el silencio, aunque sea un silencio cómplice.
Todos somos cómplices, si llegamos a ésto
es porque algo habremos hecho, o dejado de
hacer.
Pensalo, lo dejo a tu criterio, ahora tengo que
hacer silencio.
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