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martes, 30 de mayo de 2023

Profesión de fe

 

(Estanislao Del Signo)

 

Mi dentista era un hombre de fe.

Hay profesiones que no pueden explicarse

sin la pasión.


Cuando la vocación se presenta

hay que escucharla, obedecerla y abrazarla

(Siempre es auspicioso tener algo que abrazar)


El problema de la vocación, surge cuando no

está sola: hay que elegir entre dos, o más, y

aún más se complica cuando todas son dudosas.


En la elección intervienen varios factores,

desde lo económico hasta la influencia del

entorno: Son muchos como para que la

decisión final no sea azarosa.


Pero una vez completada la elección, todo

es cuestión de fe, esfuerzo y voluntad.

La verdadera pasión, siempre encuentra un

lugar para desarrollarse y consumarse.


Mi dentista era un hombre de fe, y tenía

vocación de catequista. Fuera de la profesión

manejaba otros negocios, y gozaba de una

buena posición.


Un peruano sereno, amable y bien predispuesto

a la conversación, que estaba orgulloso de su

origen humilde y el progreso obtenido.


Pero la otra vocación afloraba: Un dentista con

alma catequista, que en largas sesiones, entre

torno e inyecciones me fue catequizando.


Me hablaba de ángeles, arcángeles, querubines,

serafines y toda una constelación de seres etéreos

e intangibles que constituían una fauna subalterna

del quehacer divino que yo ignoraba.


Me contó de su angel de la guarda, cuya aparición

lo había salvado o favorecido varias veces, y del

que hasta conocía su nombre verdadero: Hay un

nombre verdadero para todo.


Así, mientras yo padecía el trabajo de sus manos

expertas, el hablaba e iba torneando la voluntad

de mi conciencia pagana e inoculando mis dudas

con su fe, poblada de criaturas misteriosas.


Me relataba milagros y sueños prodigiosos, con

revelaciones y apariciones propias de una pasión

bien cultivada y una imaginación floreciente,

o fllorecida.


Después, ya entrado en años, fue delegando

en sus hijos la profesión, el negocio o arte

de recomponer o reemplazar muelas y dientes

por otras piezas más o menos funcionales.


Profesión, negocio o arte, pero no la fe.

Ya no fue lo mismo con su descendencia;

ni la pasión, ni los aranceles.


Me trajo un pullover de alpaca de un viaje a

Perú, luego de haberle corregido y editado los

borradores de un largo texto autobiográfico que

pensaba obsequiar a todos sus hermanos.

 

No lo volví a ver, no sé si aún vive; no puedo

dar fe. El pullover de alpaca ya casi no lo uso,

pero lo conservo, como se conservan los objetos

de la fe, y la fe: aún gastado abriga más que

otros.


De mi dentadura original, conservo poco y

nada: perdí esas piezas pero gané esta fe.

Mi prótesis sonríe, y paré de sufrir

con los dentistas catequistas.


Soy un hombre de fe: creo en mi prótesis,

fue una buena inversión.


La fe es una buena prótesis.





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