(Germán Singerman)
Estaba claro que iba a oscurecer,
siempre ocurrió y seguirá ocurriendo
sin despertar dudas ni sospechas.
Y seguirá siendo cuando ya no lo veamos
desde nuestro plano oscuro.
No hay conflicto ni contradicción
que no resuelva en una repetición
involuntaria.
Así funcionan todos los sistemas conocidos,
aunque no los conocemos a todos todavía:
Es cuestión de tiempo; entre la tensión y
el reposo, yace toda posible experiencia
humana.
Un campo fértil para todas las inversiones
que nos ocupan, tal vez insuficientes, pero
aspiramos a más.
Ahora oscurece, que no es poco y era
previsible. La capacidad de conocer lo
previsible, gracias a una conciencia bien
desarrollada, nos conforta y tranquiliza:
Estaba claro que no estábamos satisfechos
con ningún presente, pero nos sabíamos libres
de aspirar, dentro de lo previsible -que no es
poco- e invertir a conciencia nuestra vida,
antes del ocaso definitivo.
No había mucho más que saber, para ser
funcional a estas condiciones y gozar la
aventura de la vida -ese cociente residual
imprevisible-
Estaba claro que iba a oscurecer, siempre
ocurrió: la vida es un claroscuro, con sus
vaivenes y matices.
Todo declina, hasta la voluntad más indeclinable.
Oscurece: No hay conflicto ni contradicción
que no resuelva en esta repetición involuntaria.
¿Involuntaria?
No hay certeza, pero así funcionan todos los
sistemas conocidos, o así lo habrá querido
Dios, que es pura luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario