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martes, 16 de mayo de 2023

La muerte del patrón

 

(Rogelio Rogel)

 

La muerte del patrón

afecta a propios y extraños,

y en determinadas condiciones

puede afectar la producción.


Los patrones no son todos iguales

como los peatones o los protones

o los ritmos.


El cambio de dirección, puede alterar

las condiciones de producción y las

relaciones que se generan:


Nos acostumbramos a un patrón,

algo tan natural como un algoritmo:

Somos animales de costumbre.


La costumbre es como el ritmo:

Se incorpora sin necesidad de pensar

y se hace cuerpo en forma mecánica,

como el sentido común.


Es bien común hacer cosas sin sentido

para mantener el ritmo incorporado


(Los cuerpos no se preguntan ¿Es éste

el ritmo apropiado, el deseado?)


La propiedad tiene sus recursos para

autosustentarse, crecer y expandirse,

e imponer nuevos ritmos.



II

Pero todo se complica ante la muerte,

y en especial, ante la muerte de un

patrón rítmico.


Hay un sentido pronunciado

que nadie osa frecuentar,

vacilan los cimientos, perimen las verdades,

las osamentas rezan y los dioses se persignan:


¿Habrá llegado el día?


Nada resarce la pérdida del patrón rítmico,

único patrón irreemplazable, nuestro pastor.


La base estalla, sin responder a las consignas

y a sus mandos naturales.


El orden se disuelve en súplicas asimétricas,

desmembradas, inútiles o apócrifas.


El ritmo, ese patrón, era lo que nos mantenía

unidos detrás de un objetivo común (aunque

nunca lo conocimos)


Todo lo sostenía, contenía y hacía posible

esta armonía, algo dudosa pero útil.


Sin conducción, todo se derrumba.

¿Podremos seguir creyendo en milagros?

Dijo una voz popular (pero nadie la tomó

en serio: no había quien creyera en el verbo

popular, son verbos que vienen del pasado)


¡Hay que volver a la cultura del trabajo!

Propuso u descendiente desempoderado

que caía en la desesperación inoportuna.


Esto puede ser una oportunidad, desafió

un creyente, algo anacrónico pero bastante

motivado, que decía haber sobrevivido a

casi todo.



III

De pronto, se hizo visible la imagen de un

Mesías, tan desconocido como inesperado,

y el caos evolucionó en un silencio unánime

y no menos cómplice:


¿Quién eres tú?


Increpó un disolvente, que osaba desafiar

esa autoridad incipiente, recién constituída

y apersonada pero que infundía algún respeto

no exento de temor.


-No importan los nombres, tengo el mío

pero no tengo por qué revelarlo. Lo importante

ahora, es concentrarse, cada uno en la unidad

perdida y recuperar la fe:


Ella tiene su propio ritmo. Si nos concentramos

lo suficiente seremos penetrados por Él

y volverá la luz a brillar como de costumbre.


Sólo hay que concentrarse en forma irreductible

repitiendo esta oración, que es emanación divina:


Menos tu ritmo, todo es obscuro.


(Una vez incorporado, cambiamos el adjetivo

posesivo y gozamos del ritmo propio que nos

estaba faltando: Sin propiedad no hay goce)



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