(Nicasio Uranio)
Por suerte no pisé este sorete,
pensé, como cualquier peatón
que pasa y va pisando
lo que encuentra a su paso
sin pensarlo.
Y recordé aquel aforismo de José
Nirasco: Dios pone soretes en tu
camino, pero te ayuda a sortearlos.
Pensé y agradecí ipso facto
a mi Pastor, como buen cordero,
por haberme guiado y evitado
un mal paso, con la consecuente
e indeseable sensación de ensuciarse
sin sentido.
Nadie sensato pisaría un sorete
en forma intencional; no es negocio
(salvo que fuera una apuesta)
Pero el camino de los malos negocios
está plagado de buenas intenciones.
Aunque no pisamos sólo lo que queremos,
la voluntad no es todo, ni el deseo:
Uno propone y El dispone. Hay que ser
agradecido: no cuesta nada.
El éxito es un camino: se trabaja
paso a paso, como la fe.
La calle está llena de excremento
y de peatones incautos, ingratos,
que circulan sin fe ni empatía
entre soretes de distinto porte y
procedencia.
No se elevan sobre el sorete genérico
y lo pisan con displicencia, como si
fuera un prójimo.
La calle está llena de soretes,
es mejor circular con precaución.
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