(Eleuterio York)
El que esté libre de sospechas
que arroje la primera piedra.
Dijo un semiólogo de trayectoria
significativa, hijo de un famoso
emprendedor empedernido.
-Sospecho que ya fue arrojada…
Lanzó un verificador independiente.
-Todos gozamos de la libertad de
sospechar de todo y de todos:
Intervino el neurofilósofo que estaba
oficiando de moderador.
-Disculpemé, no comparto: Eso nos
convierte a todos en sospechosos
potenciales. Prefiero que se me incluya
afuera. Yo no tengo nada que merezca
ser sospechado y nunca anduve despertando
sospechas.
-Permitamé, intervino el neurosociólogo
mtriculado: Comparta o no, el derecho a
sospechar es inalienable e inapropiable:
Todos somos sospechables, hasta que se
demuestre lo contrario. Perdón ¿Ud. qué
hace, a que se dedica?
-Me desempeño como poeta popular.
-Vea, expresó un neuroconsultor ontológoco
con vasta experiencia en distintos campos
de la ciencia cognitiva: Ya el primer término
es bastante sospechoso, pero el segundo
multiplica los alcances del adjetivo. Aunque
lo más sospechoso es la conjunción entre ambos,
ese maridaje: Hasta como hipálage es
dudoso. Todos sabemos que el último poeta
popular fue Osvaldo Lamborghini, que supo
diferenciarse de su hermano populista.
……
En ese punto, retomó la palabra el matriculado
que si bien no había heredado la vocación de su
padre emprendedor, no era menos empedernido:
Compañeros, no tiene sentido discutir por una
piedra, que no significa nada, sospecho. Podemos
reemplazar ese significante por otro más apto.
-Para el que mira sin ver, la piedra es piedra nomás.
Soltó el poeta popular en disidencia.
-Olvidemos las piedras. Rectifico la frase para evitar
equívocos controversiales:
“Elque esté libre de sospechas,
que arroje la primera flecha”
Un amplio sector de la parcialidad, festejó con
entusiasmo moderado, mientras un conspicuo seguidor
del neurolíder manifestaba:
Esta flecha va en mi mismo sentido.
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