(Serafín Cuesta)
Esta piedra tropezó
conmigo otra vez,
ya lo había hecho,
y es probable que
lo vuelva a hacer.
Es poco lo que puede
hacerse:
las piedras no aprenden
de la repetición, ni del
error no forzado.
No capitalizan los tropiezos,
que son parte del camino
como todos sabemos.
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