(Abel A.Borda)
Oremos por el oro,
al oro oremos y pidamos,
al oro oramos y pedimos.
Oremos por los metales nobles,
oremos por el brillo verdadero
e imperecedero.
Elevemos oraciones luminosas
como éstas, por las almas
que brillaron y cayeron.
Oremos por el oro de los tigres
y los muertos, por las almas que
partieron dejándonos su oro
conseguido o heredado, o al menos
un diente de oro.
Oremos por aquellos que pecaron
para obtener el oro que ahora
atesoramos con fuición divina
y resignación cristiana.
Oremos por todo el oro del mundo
y por el que aún falta extraer,
Oremos por el oro del Vaticano
y sus reservas morales
conservadas a resguardo.
Oremos por el brillo legítimo
del oro de las góndolas
y por los nuevos lingotes
que alumbrarán el futuro.
Oremos a la abundancia que supimos
orillar, oremos a orillas de la abundancia
con metáforas doradas, cintilantes.
Oremos por los futuros orilleros.
Oremos a la luz de los oráculos
que auspician un porvenir dorado
y luminoso para quienes cultiven
la fe en el oro.
Oremos por el advenimiento
del hombre nuevo, cn sus alforjas
llenas de oro y oraciones brillantes
como ésta.
Oremos por otro siglo de oro.
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