(Horacio Ruminal)
¡Mamá, el pez se tragó la pecera!
-Ay, Kevin, cómo se va a… ¿Y cuál
fue?
-El nuevo, el pez gordo que compramos
por internet.
-No me lo hacía tan gordo… ¿Y cómo
sabés que fue él?
-Tiene que haber sido él, sospecho:
Lo vi crecer mucho últimamente, creo
que le estaba quedando chica la pecera.
-Bueno, quedate tranquilo, si fue así
no puede ir muy lejos ese desubicado.
¿Tenés idea para dónde fue?
-Desapareció, ya te dije que se tragó
la pecera con todo su contenido. Él
también estaba ahí. No hay otra
posibilidad.
-Mirá, no creo que pueda digerirse a sí
mismo, y mucho menos a la pecera. Los
peces no son tan tontos como parecen.
Saben que el pez por la boca muere y
aprecian su vida, por insignificante que
sea.
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