(William Arsenio Pereyra)
¿Nunca acariciaste una babosa?
Es suave y tierna como Platero,
un poco menos tibia pero más
húmeda.
Es casi toda agua, como nostros
pero un poco más. Y deja una
huella plateada, a diferencia de
Platero que no te deja nada.
No desprecies, mirá como se arrastra
orgullosa de ser una babosa y ser
parte de la diversidad como todas las
especies.
La diversidad siempre fue un recurso
natural para que la vida se conserve y
progrese hasta alcanzar su mejor
expresión en nosotros.
No tendría que darte asco o producirte
rechazo, es casi un semejante, observala:
Es vegana como Platero y vos, mirá
cómo te mira…
Ahí en la punta de sus antenitas
tiene los ojitos, se ve que no le sos
indiferente.
Tocala, decile algo lindo, empatizá,
aprovechá el mal tiempo, que cuando
salga el sol no la vas a ver:
Es su enemigo mortal. Viste, no todos
necesitamos de él, mal que le pese a
su narcisismo de monarca y su pasado
de dios.
No la rechaces ¿no te parece un semejante?
La semejanza no significa ser iguales:
Nosotros descendemos de dios, estábamos
hechos a imagen semejanza, y mirá cómo
nos fuimos diferenciando…
Capaz que ya ni nos reconoce. Pero tenemos
a las babosas, gasterópodos que brillan, reptan
y se arrastran a imagen semejanza.
Si lo pensás, no hay motivos para emitir
rechazo: ella es casi un semejante.
Aunque hay que reconocer que entre nuestros
semejantes, hay algunos que merecen más
rechazo que la pobre babosa que, a diferencia
de ellos es inofensiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario