(Gualterio Whiteman)
No tenía valor, ni arrojo,
ni voluntad, ni fuerza;
menos astucia, inteligencia
o habilidad alguna:
Me faltaba todo
pero me sobraba fe.
Cuando la situación lo requería,
sólo tenía que desenfundarla:
Es la única que nunca me abandonó.
Mal no me fue, tampoco lo contrario,
podría haber llegado más lejos, pero
no me quejo: Nunca fui de quejarme.
Y nunca perdí la fe, que es lo que es
lo que importa; lo demás va y viene.
Sé que es una fe infundada, pero
a mi siempre me funcionó:
¿Acaso hay otra que no lo sea?
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