(Encarnación Segura)
La solidaridad con el enemigo
es un rasgo distintivo de la especie,
que nos eleva por encima del resto
de los animales en la escala evolutiva.
Ellos suelen practicarla entre especies
a diferencia de nosotros, que poseemos
memoria histórica:
No olvidamos que los primeros enemigos
del hombre fueron animales, aquellos
temibles predadores que sólo pudieron ser
vencidos y dominados con la acción común,
gracias a la cooperación solidaria de
nuestros ancestros.
Desde entonces, nunca hemos dejado de
evolucionar y producir conocimiento.
Aprendimos que en la Naturaleza, todo es
competencia, y que no es útil practicar la
solidaridad con animales.
Tampoco entre nosotros: Sabemos que
todo prójimo puede encubrir a un enemigo.
Con la evolución alcanzada, entendimos
que una vez identificado el enemigo común,
puede volverse útil y producir utilidades:
Eso lo hace acreedor a alguna solidaridad.
Podemos entenderlo y generar cierta empatía:
Cualquiera de nosotros podría ser uno de ellos
y constituírse en enemigo interno.
Además, lo reconocemos necesario. Sabemos
que lo necesitamos más que él a nosotros:
Es lo único que nos une, merece que seamos
solidarios.
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