(Senecio Loserman)
¿Querés acabar así?
Nunca me lo había preguntado,
no tenía una respuesta preparada.
Tampoco me lo habían preguntado,
alguna vez tenía que ser la primera,
y alguna, también, la última:
Todo acaba.
¿Querés acabar así?
Una pregunta capciosa, pensé
en un principio ¿hasta dónde
elige uno el fin de algo, o
incluso el propio? ¿Qué es lo propio?
Es sabido que todos venimos a
acabar en alguna parte y siempre
estamos deseosos de acabar, todo
lo que es o se hace, tiene ese objeto,
un principio y un fin.
La forma es lo de menos.
Así, todos queremos acabar con
todo, es la única dirección posible
del sentido vital y móvil.
(Al acabar, se realiza el sentido
último que da continuidad al Ser:
volver al estado de reposo, para
poder entablar nuevas tensiones,
o repetir: Sin nada que resolver,
todo es tedioso y el poema declina
sin ninguna esperanza, naufraga
en sus propias aguas extintas y
se hunde en forma indeclinable)
La vida de un poema, empieza y
termina como la de cualquier
organismo. No hay mucho más:
la vida son estas funciones que
empezamos a valorar cuando
declinan.
¿Hay un fin? No lo sabemos,
cuando llega el momento, nadie
pregunta cuales son las opciones.
II
¿Querés acabar así?
No hay mucho para decidir, hay
que resolver antes que sea tarde
¿El que piensa, gana?
No siempre, a veces ocurre lo
contrario: Si lo pensás, estás perdido.
Producir una buena decisión
demanda un tiempo. Una resolución
brillante puede salvar al poema que
vacila; prolongar las dudas o extender
los plazos, no suma: una agregación
ociosa que no agrega valor y no genera
sino desazón.
La tensión pide resolución: el lector
puede acabar perdiendo la paciencia
y abandonar el poema que no acaba
en tiempo y forma.
Pero la forma es parte del poema,
es una parte no menor; él lo sabe :
El poema no puede acabar en cualquier
parte, y dejar abierta la pregunta.
III
¿Querés acabar así?
El poema no reconoce su fin,
tal vez no lo tenga, pero se reconoce
tributario de algo que lo excede
y sabe que una resolución fallida
puede echarlo todo a perder.
Tampoco puede extenderse en forma
indefinida: no hay lectores para poemas
infinitos.
Sólo puede confiar en su capacidad
de definición, para dejar de pensarse
como signo de pregunta y aspirar a
poema acabado que se espera.
¿Qué se espera de un poema?
Lo que se puede esperar, sólo eso:
que empiece y acabe sin vacilar,
para abandonarlo y seguir el curso
vacilante de la vida.
¿Querés acabar así?
No sé, tendría que pensarlo.