(Senecio Loserman)
¿Cuántas bocas caben en una
boca normal, genérica y silvestre?
Le pregunté a un buzón empoderado
antaño, que sigue resistiendo los
avatares del tiempo y la intemperie.
-Depende del tamaño, de la actitud
y del tamaño de la actitud. Yo siempre
estoy abierto a todo.
¿Es bueno estar siempre abierto
a todo?
-No sé, siempre estuve así, y no sé
hasta cuando durará esta actitud.
Pero extraño los tiempos en que me
alimentaban más…
¿No resultaba fatigoso tanta actividad,
tanto movimiento repetitivo?
-Tal vez, pero no me importaba. Es cierto
que había quienes me introducían cualquier
cosa (Si esta boca hablara…) No podía
evitarlo, por estar siempre abierto a todo.
Pero no conocía esta sensación de vacío.
Me sentía útil…
Entiendo, y es algo difícil de recuperar:
La utilidad, tiene una vida útil, como casi
todo.
-Sí, son cosas de la vida, pero es triste
sentirse abierto en vano y no poder cambiar
la actitud.
Comprendo, aunque no puedo hacer nada…
Le dejo esta carta.
-Gracias, pero no puedo asegurarle que
llegue a destino, ya no es como antes…
No importa el destino, la carta contiene
un mensaje que puede servir a distintos
destinos, o a ninguno.
Lo importante es la actitud.
-Sí, el tamaño de la actitud…
No, el tamaño no importa…
-Sí que importa, yo sólo tengo boca
y una puerta que nunca nadie abre,
pero hay cosas que no entran
y nunca van a entrar ni salir de esta
boca, a pesar de la actitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario