(Abel A. Borda)
No voy a parar,
puede que ceje
pero mantengo el eje.
Un eje no promete mucho,
pero nunca falta a la promesa:
siempre cumple su función.
¿Te resultó útil esta pausa?
No importa, sigue siendo funcional.
El sentido fiduciario
genera oportunidades
para el turismo turiferario:
Oro ante el turíbulo de oro.
No voy a pronunciarme en un sentido,
dijo un viandante cejisuelto que balaba
entre bueyes perdidos.
Los bueyes saben perderse y vacilar
entre los bosques. Hay que sospechar
del ganado que se pierde, del animal
sin marca y de las marcas dudosas:
Hay mucho abigeato suelto
entre nosotros.
II
No voy a parar hasta no saber
dónde iremos a parar si se
nos cae la rama (puede que
ceda, puede que ceje y haya
que despuntar otro eje)
Que el árbol no nos tape el bosque,
la información es poder; el cuerpo
está repleto de información:
Si logramos mantenernos informados
estaremos a resguardo; conviene estar
del lado del poder, según los medios
concentrados.
La concentración y la información
son tributarias del poder.
El poder corrompe pero es necesario:
El no poder, angustia y desespera:
De los desesperados, no se puede
esperar nada. Confunden las consignas,
no tienen códigos y carecen de metas.
No conocen límites y son capaces de
todo.
III
No voy a parar, puede que ceje,
pero mantengo mi eje, aunque
no lo comparto (hay cosas que
no se comparten)
El discurso es un arma, como la técnica,
el conocimiento y la fe.
Me rectifico, las armas siempre apuntan
para el mismo lado: conviene correrse
para no ser blanco, los blancos tienen
los días contados.
La Naturaleza contiene toda la información
que necesita la biología, pero no sabe
gestionarla de modo inteligente.
IV
No me rectifico, aunque pueda desdecirme.
Los locos son los únicos que no se rectifican;
hablan nuestro mismo idioma, y puede que
lean lo mismo; pero no leen lo mismo:
La lectura patológica les permite percibir
otros sentidos: hay cientos de sentidos
dando vueltas, no sabemos cuantos son.
¿A quién le importa?
Por el contrario, el discurso patológico
abunda en significantes, pero es deficitario
en la producción de sentido conocido.
Hay locos locuaces y locos apocados,
locos genéricos y específicos. Usan
pocos apócopes los locos, y algunos
ni saben que son ¿locales o visitantes?
¿Locadores o locatarios?
Las locas no quieren saber nada
con la teoría de cuerdas.
No voy a parar.
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