(Ricardo Mansoler)
Una palabra sola, bien aislada, no
tiene ningún valor; no contamina
ni compite.
Pero al juntarse son capaces de cualquier
cosa: pueden alterar el orden, crear
confusión, armar una asociación ilícita
y cosas peores.
Existen personas inescrupulosas, que se
solazan juntándolas en un espacio cerrado
y observándolas hacer lo que saben hacer
cuando se juntan, una porquería:
El desarrollo de sus juegos íntimos
y sus extrañas maneras de copular.
El horizonte de las perversiones es
casi infinito, y está en desarrollo.
A ese espacio cerrado lo llaman poema.
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