(Tomás Lovano)
Aún recuerdo el día
en que perdí la memoria.
Lo recuerdo como si fuera hoy,
no recuerdo mucho más, ni
cuánto hace.
Recuerdo que era un día como
hoy, con claroscuros y altibajos
como tantos otros que ya no
recuerdo:
Un día tan dispuesto a perderse
como éste, que declina.
Recuerdo que ese día pensé: ahora
que perdí la memoria no voy a poder
escribir más; sin memoria estamos
muertos: ellos no escriben.
Pero después lo olvidé, no estaba
tan seguro: cuando se pierde la
memoria no hay nada seguro, ni la
propia pérdida.
Creo que seguí escribiendo, para
matar el tiempo, poemas sin tiempo
y sin memoria como éste.
No sé cuántos son, no puedo memorizar
ninguno, aunque antes creo que tampoco:
No recuerdo haber memorizado nada,
aunque pude haberlo hecho y olvidarlo.
No sé, nunca fui de escribir memorable
¿Para qué? Ya hay otros que lo hicieron:
ahora no recuerdo.
El problema de olvidar todo, es que podemos
incurrir en el vicio de la repetición, sin cobrar
conciencia de ninguna de las dos cosas.
Es posible que este mismo poema
ya lo haya escrito otras veces:
Contra el olvido y el vicio nativo
no se puede hacer nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario