(René Gociarte)
El pensamiento propio
es cosa del pasado:
El librepensador de antaño,
que elucubraba ideas y teorías
desde su torre de marfil, hoy
es sólo un recuerdo pintoresco.
El pensamiento crítico caducó,
si bien no podemos negar su utilidad
en algunos tramos de la historia, una
vez cumplido su ciclo se agotó y fue
superado:
El goce de la crítica es un goce efímero,
banal e inútil, que no genera oportunidades
de crecimiento ni produce utilidad alguna.
En cuanto al pensamiento propio, era una
propiedad ociosa y carecía de valor: La
evolución de la propiedad ha adoptado
nuevas formas, y descartado al pensamiento
como recurso para su desarrollo.
Cualquier otra propiedad resulta más
interesante y atractiva para los mercados:
La propiedad de un pensamiento bien
diferenciado, no produce más que conflicto
y cuestionamientos estériles, trastorna las
mentes llevándolas a una oposición sistemática
y sin fundamentos verdaderos, socavando
nuestros valores esenciales, que son dos:
La propiedad privada de todo aquello que
posea existencia material objetiva o subjetiva,
la libertad de su ejercicio y Dios, que vela
por el cumplimiento de la función social de
la propiedad.
No necesitamos otro pensamiento propio
ni ajeno. Hegel ya lo hizo de modo insuperable
con toda propiedad:
La propiedad privada objetiviza la libertad
del individuo.
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