(Carlos Inquilino)
Tendría que volver a adoctrinarme,
pensé en secreto para dejar de sentirme
ajeno y percibirme otro.
Otra opción: para dejar de percibirme
ajeno y sentirme otro.
Quien no puede compartir nada con nadie,
o al menos algo con alguien, termina
aislado en su propio compartimiento.
Pero algo no terminaba de cerrarme,
mi cuerpo doctrinario estaba que trinaba
como un urinario abandonado.
Había que recuperar la tibieza
y mantenerla a raya: Después
escribiría unas líneas en caracteres aceptables
adoptando el sentido funcional, las pautas
rítmicas y las cláusulas de uso correcto,
sensibles al adoctrinamiento natural y genuino.
Es todo lo que se necesita para sentar
un precedente que resista al tiempo, como
inmejorable oferta para pasar a la posteridad
que es lo único que importa:
un lugar tan confiable como enajenable.
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