(Helena Mora)
Según información proveniente de
fuentes acreditadas, las cifras disponibles
alimentan el optimismo:
Sigue creciendo la economía humana
(aunque en detrimento de las otras)
Hay una realidad: No se puede satisfacer
a todo el mundo; el crecimiento exitoso
siempre tiene un costo; alguien tiene que
pagar.
Los efectos secundarios o colaterales son
inevitables por necesidad. Todos cursamos
necesidades, pero no son idénticas en cuanto
a volumen, intensidad y calidad, y tampoco
son simétricas.
Quienes no se muestren capaces de generar
u obtener los recursos para gestionar sus
propias necesidades, no podrán acompañar el
crecimiento exitoso de la economía.
En un crecimiento sano, es justo que cada cual
se haga cargo de su fracaso, sin alterar las
condiciones de producción del optimismo ajeno.
Por lo demás, no hay mucho que justificar.
El crecimiento es un signo vital, como la
declinación y la muerte:
Nuestra economía crece y goza de buena salud,
mientras los otros animales no tienen idea de
qué es la economía, ni para qué sirve.
Ni siquiera saben que son recursos naturales.
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