(Amílcar Ámbanos)
Las sociedades más avanzadas
invierten en libertad
y diversifican la producción
de inversiones.
Confían en las capacidades individuales
y saben que la diversificación genera
oportunidades libres de crecimiento
(el crecimiento siempre redunda en
expansión del coeficiente de libertad)
Los pueblos más felices
invierten en libertad
y diversifican, generando sus propias
oportunidades de felicidad.
El goce de la libertad de inversión
objetiviza la libre circulación del
deseo e incrementa las tasas de
felicidad ambiente.
Un pueblo feliz no teme al futuro,
goza su presente, avanza y se realiza
al invertir en libertad.
Los pueblos felices son más
libres a la hora de invertir
sus horas.
(las horas más útiles son las invertidas)
II
La sociedades más avanzadas conocen
que sin inversión, no hay evolución.
La inversión contamina menos
que la producción, cuya tendencia a la
automatización redundará en nuevas
oportunidades de inversión.
Conocen: el futuro es pura inversión,
los pueblos que no invierten no gozan
de futuro, ni tienen otro destino que el
estancamiento y la declinación.
Saben que la inversión nos involucra
a todos: no hace falta saber invertir
ni participar del lucro (todos somos
parte de inversiones que ni siquiera
percibimos)
Un pueblo que sabe lo que quiere
es libre de elegir su destino: Sabe que
si no es capaz de invertir en libertad,
dependerá de la inversión externa,
y no podrá permanecer ajeno,
ni mucho menos, condenado a ser
objeto de la inversión ajena, a la que
no sólo deberá aceptar, sino atraer.
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