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miércoles, 5 de abril de 2023

Fondos de inversión

 (Germán Singerman)


Los viejos no suelen invertir,

no tienen mucho que invertir.


El único sentido de la inversión

yace en el futuro.


El viejo sólo tiene pasado,

y según lo haya sabido invertir

puede ser un refugio apacible

y un lugar deseable de evocar,

o no.


El futuro no le pertenece,

y el presente le resulta extraño,

cuando no hostil.

 

II

Los viejos no suelen invertir,

son reacios. Aunque posean

propiedades, activos, bienes

disponibles sienten que nada

les pertenece mucho.


No pueden disponer, son reacios

a la espera que supone el futuro.

¿Para qué invertirían, si tuvieran

algún valor? ¿Para otros?


Todos ellos ven al viejo como un

otro, ese que nadie querría ser.


La experiencia y el tiempo acumulado

no despiertan interés ni tienen valor

de reventa. No son un capital que

tolere la inversión.

 

III

Llegado el momento, el viejo

se olvida de renovar el plazo fino

y permanece fijado en su tiempo

que ya es otro.


El mundo que él habita es también

otro. Se percibe ajeno, incluso a esta

realidad, con sus ritmos y demandas

donde otros nadan como peces:


Hay que pertenecer. El no pertenece,

y no entiende hasta qué punto, su

condición lo diferencia de los otros,

que siguen invirtiendo.


Un viejo no invierte, no tiene qué invertir:

Si pudiera, arriesgaría todo lo que tiene

para invertir su propia vida

y volver a no ser viejo:

 

Para poder elegir en qué invertir.


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