(Abel A. Borda)
Cuerpos especiales sin especificar
habitan nuestra zonas húmedas
y yacen imperceptibles
en la parcialidad del espacio indefinido.
Tampoco se especifican entre sí,
podrían ser ángeles, pero no se
reconocen cuando se procede a
identificarlos.
Cuerpos tunicados o lisos e inestables,
con miembros inconclusos altamente:
Su número es dudoso, se distinguen
por ser únicos aunque casi nunca
visibles. Acaso divisibles.
No suelen dar señales, ni emiten nada
significativo. Conocerlos o desconocerlos,
no altera el curso de nuestra aspiraciones
analógicas:
No revisten mayor interés para la ciencia
ni para la pseudociencia.
Se sabe que están, no para qué.
Ni siquiera hay certeza de su condición
ontológica: ¿cuerpos? ¿entidades? ¿entes?
Una presencia inocua, neutra, irrelevante;
acaso una reminiscencia de formas anacrónicas
de vida, anteriores a la Historia en desarrollo.
Desconocemos si piensan, sienten, o cursan
alguno de los sentidos conocidos y verificables.
No encontramos motivos para combatirlos
o expulsarlos de nuestro planeta: No afectan
nuestro metabolismo ni otras funciones
subalternas de nuestra organización superior.
Sabemos que están, lo barruntamos, aunque
no se los vea ni se los oiga.
Como los agujeros negros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario