(Amílcar Ámbanos)
Tengo la concha al plato, dijo.
Ya lo había oído antes, y si bien
conocía el significado metafórico
eso no evitó la acrobacia de mi
mente para imaginar la acrobacia
de esa mujer, intentando aproximar
su órgano identitario a algún plato,
y servirlo.
Supongo la elección de un plato
hondo, el adecuado para contener
algo cóncavo.
Parece ser una expresión común
entre mujeres más bien jóvenes, un
intento de equiparar las conocidas
metáforas testiculares, que aluden
al hartazgo, desde una visión femenina.
Lo entiendo, pero al oírla no puedo
dejar de imaginar el movimiento
trabajoso que implicaría gestionarla
para su ejecutante o servidora (ya sea
mujer o persona gestante)
Si fuera mujer, y me autopercibiera
como tal, creo que ni lo intentaría.
Las metáforas populares tienden
a complejizarse cada vez más,
un claro signo evolutivo.
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