(Onésimo Evans)
Un cardumen de cardos
indigentes cursa la espera
del semáforo nativo.
En vísperas del salmo
de Diana, nadie cruza la calle.
Otros cruzan dedos o miembros.
Un zancudo se cruza de piernas
mientras todos cruzamos miradas
sospechosas.
El hombre nuevo teje una mañanita.
Todos nos sentimos protegidos:
ahora las calles son más seguras.
El cielo permanece parcialmente
despejado.
Monto mi remociclo y avanzo,
avanzo en esta direción.
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