(Helena Mora)
Todo lo que tiene un rostro manifiesto,
tiene también otro oculto: Nos ilustra
el filósofo.
El amor no tiene un rostro, es plural
(como lo sabe quien haya visto “La
otra cara del amor” o haya conocido
alguna de sus caras)
La pasión más alta e intensa, tal vez
el verdadero amor, tributa al segundo
rostro enumerado, que suele ser el
más atractivo e interesante:
No te preocupes por tu rostro visible,
el que importa es el otro: el verdadero.
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