(Amílcar Ámbanos)
El lagarto y la lagarta
se miran y se admiran
ante un curso de agua irracional.
Absortos en el movimiento vivo
de su imagen reflejada,
se perciben dragones, se reconocen
y se sienten dragones.
Hay lagartos y lagartas, lagartijas
y lagartes. Pero los dragones son
anteriores a la división:
No tienen género, no hay dragonijas
ni dragonijos.
Lo saben, y no necesitan autopercibirse.
Se miran y se admiran, antes de dar un
paso.
Y bañarse en el agua irracional,
dos o más veces: como Heráclito,
saben que descendemos de dragones.
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