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sábado, 22 de julio de 2023

La lucha por la vida

 

(William Arsenio Pereira)


El anticuerpo pasó a mejor vida.

Nadie lo llora ni lamenta, no hay

tiempo para elaborar el duelo.


Otros continuarán su lucha, hay que

dejar lugar a las nuevas generaciones:

Todas las generaciones precedentes

lo han hecho, por tanto es correcto.


La generación de anticuerpos no se

detiene, se necesita un buen número:

Un anticuerpo solo no tiene ningún

valor; la cantidad hace la fuerza.


Los anticuerpos unidos jamás serán

vencidos; o sí, son contingencias de

la lucha:


La vida es lucha y es conflicto, se

imponen los más fuertes.


El anticuerpo es un servidor del orden.

Tiene una misión en la vida: Luchar y 

mantener el orden, función esencial.


El anticuerpo no le saca el cuerpo al

trabajo de luchar. No vacila, sabe que

puede caer en servicio, pero la función

debe continuar: Sin continuidad no

hay orden ni progreso.


El enemigo no descansa, el servidor

debe estar despierto.


El anticuerpo no vacila: bacilo, bacteria

y cualquier patógeno invasor, se las verá

con él. Sabe que en la lucha puede perder

pero que si no lucha está perdido:


La vida es lucha y reproducción,

más tareas de mantenimiento para

reproducir las condiciones de lucha.


El combate no termina; el enemigo no

descansa y también se reproduce.


Es esencial identificarlo para combatirlo,

aniquilarlo y hacer justicia. El trabajo de

hacer justicia es duro y es ingrato:


Hay que hacerla todo el tiempo,

y rehacerla; no es un trabajo amigable.

Pero alguien lo tiene que hacer.


El anticuerpo sabe que la lucha puede

terminar con su vida, pero la lucha no

termina con su vida:


Otro ocupará su puesto, nadie es

irreemplazable, entre todos hacemos un

cuerpo. El que no vive para servir, no

sirve para vivir. Dice el patrón biológico.


El anticuerpo es gregario y territorial. No

vacila en defender su territorio ante el

enemigo invasor. Sea bacilo, bacteria o

cualquier patógeno reconocido.


Con los virus el trabajo se complica,

cuesta reconocerlos, lleva un tiempo.

Son difíciles de identificar, y cuando

se ven reconocidos, mutan.


El engaño es su arma más peligrosa:

Son capaces de burlar al anticuerpo, hasta

el punto de hacerlo trabajar a su servicio.


En esa situación, el espíritu de cuerpo

fracasa y no hay mucho para hacer.  No

nos engañemos:


No se puede confiar mucho en las fuerzas 

del orden.


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