(Epifanio Weber)
Una arenga en la arena nueva
compromete al espíritu
de cuerpo disecado.
¡Ay, de los suyos!
¡Ay, de los nuestros!
¡Ay, de nuestros neutros e indecisos
que aún esperan!
¡Ay de los muertos que se arrastran
bajo inhóspitas arenas, velando el
sueño de los justos!
¿Cuál es, de las muertes la más justa?
La palabra Vesubio contiene una
advertencia verdadera. La oruga
intuye y deserta de la arena, no importa
la dirección que lleve o traiga:
Se aleja de toda combustión ajena
aferrada a su destino de mariposa.
Pompeya ya no es, tampoco está
la inundación y el sur tampoco existe.
Algunos restos oseos
bajo la arena negra, atraen al turista
con su arenga, que siempre se renueva.
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