(Hildebrando Sábilo)
Canto a la subsunción
con toda mi pasión.
La pasión es lo más propio
que tenemos ¿Conoces otro
animal que se apasione?
Quien no tiene una pasión
que obedecer, acaba sometido
a cualquier cosa.
Me subsumo y me canto
hasta mejor ocasión,
con toda esta pasión.
Hay quien canta sin pasión,
como si abriera un grifo:
Yo siento compasión
por todo lo que se cierra a
la pasión, sea grifo, sujeto
o sufijo.
Es cierto que nos roba parte
de la vida, la pasión, tal vez
la mejor parte.
Pero la vocación no hace
al ladrón: No hay equívoco
ni duda en la pasión, ni puede
haber.
¿Mi vocación? No la conozco,
pero la abrazo con pasión:
Quien no conoce una pasión,
no goza, ni sufre, ni conoce.
Me reconozco en la pasión que
pasa, en las cenizas y rescoldos
del pasado, Y en la brisa insumisa
que no acaba de pasar y repite:
Paso y quiero.
La pasión es un buen subordinador
¿Qué es el amor, sin la pasión que
lo arrebata y consume?
Le canto a las pasiones desatadas:
altas, bajas o dudosas con un hilo
de voz desafinada:
Me subsumo y le canto a ese consumo
y a toda inclinación a una pasión sujeta.
Y le canto al humo, al humo puro
de las pasiones muertas.
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