(Onésimo Evans)
El poema pasatista
es más real que otros,
incluyendo al paisajista,
al testimonial y al confesional.
Es real por ser paradojal.
Alumbra la ilusión
de que nada está pasando
dentro o fuera del poema:
un paisaje vacío
que refleja el no paisaje
que amenaza con pasar.
La estética de lo estático
(el paisaje que falta)
niega el tiempo que pasa
al contemplar este vacío
mientras el poema es leído
como un pasatiempo ajeno
que nos lee en otra realidad,
una realidad que nunca acaba
de pasar: el efecto se confunde
con su causa.
Éste no es un poema pasatista,
aunque pueda aspirar a reflejar
una parte del paisaje en falta.
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