(Manuel Lupanares)
A la sombra de un placebo natural,
autóctono y nativo, trashuma el sueño
de los justos y los necios hacia el
perfecto olvido.
No estaba tan errado cuando perdí
el cartel (era un cartel anómalo y sin
brillo) en una ciudad con luces y sombras
en sana connivencia.
Un buen placebo, está garantizado,
mejora la circulación de cuerpos,
mercancías y otros activos de curso
legal.
El patrimonio humano es incalculable
por Dios, que es uno e indiviso en todo
su volumen, como un buen bife de chorizo.
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