(Sandalio Murchison)
No es pan
lo que se come del poema.
Podría ser lo opuesto, no se
sabe hasta que no se abre
el comensal, servido junto
a su mesa.
Las opiniones se dividen
como los metabolismos:
No es pan, es pan y es bueno,
es puro espam.
Alguien, cauteloso, desmenuza
el cuerpo del poema, disecciona
órganos, separa en sílabas
miembros y elementos de dudosa
consistencia y toma, al fin, un
bocado pequeño:
Podría servir de pan, reemplazarlo
o ser aprovechado para algo más
útil.
No hay nada seguro, al momento
de entrar en el poema ya servido
a la mesa: Hasta una mesa de saldos
puede esconder un buen poema.
II
El cuerpo del poema no es garantía
suficiente: Puede haber cuerpo sin
poema, raras veces lo inverso.
Los cuerpos orgánicos contienen un
orificio de entrada y otro de salida,
antes y después de muertos.
Estas cavidades permiten el intercambio
de vacío con el exterior y el comercio
entre sí.
Deseo y materia corren la misma suerte,
son inseparables dentro y fuera
del poema cuyo cuerpo incorporamos,
total o parcialmente, para luego
descartarlo como residuo metabólico.
Sea pan, o espam, su destino no es muy
distinto una vez cumplido su servicio.
Hay que procurar no confundir
sus orificios.
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