(Encarnación Segura)
No nos une el amor
sino el pecado que nos constituye
y el sentido de pertenencia
a este metabolismo superior,
que debemos a la naturaleza
infinita del Amor del Creador,
decía Monseñor en su homilía.
Ese sentido, es lo único propio
que poseemos. Las otras posesiones
son tan dudosas como efímeras,
como lo es el goce de la carne.
El apego a lo material es contrario
a la virtud de las almas elevadas,
aunque también nos une al sentido
de pertenencia, que es propio del
Sacramento de la Propiedad, que nos
distingue de las bestias y nos hizo
libres y superables.
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