(Tomás Lovano)
El buen lector, en otros tiempos era
bastante común oír hablar de él, en
un sentido genérico, aunque nunca
estuvo muy claro qué significaba.
Hoy, es más bien raro encontrar
individuos de esta especie, ya sin
adjetivo: es raro encontrar lectores
en el sentido original y auténtico:
personas que compran y leen libros
(o al menos lo último)
De los que subsisten, una buena parte
se reconvirtió y prescinde del libro
como objeto: un cuerpo que pesa y
se deteriora como todos los cuerpos.
Leen en pantallas.
Más allá del detalle histórico, que no es
más que un hecho anecdótico, producto
de la evolución de las industrias
culturales (la lectura adaptada a las nuevas
ofertas tecnológicas), la frase todavía tiene
alguna vigencia: Sigue habiendo industria
editorial, hay autores de moda y todo parece
indicar que el negocio aún funciona.
Pero esa conjunción, antes como ahora, no
deja de describir a un personaje dudoso:
¿Qué es, qué significa, quién es el lector
que merece el adjetivo?
Sin duda, el tema da lugar a distintas
interpretaciones. Enumerarlas, excede las
pretensiones de este texto que se autopercibe
humilde y, lejos de poder agotarlas, sólo
aspira a consignar algunas y queda abierto
a los aportes desinteresados de cualquier lector/
a/e/x si lo hubiera:
1) El lector eficiente, que lee a primera vista
y puede despachar un buen volumen de escritura
en unos pocos minutos.
2) El lector indulgente: Todo lo que lee le parece
bien, no juzga. Tiene una actitud positiva y lo
perdona todo, como decía Oscar Wilde, menos el
talento. Tiene la suficiente empatía para sentirse
cómplice de cualquier desaguisado y disfrutarlo.
3) El lector metódico, que se obliga a leer una
cantidad de páginas al día, para completar al menos
dos o tres libros en el mes.
4) El que siempre vuelve a los clásicos,
porque no hay nada nuevo bajo el sol, y se
sabe que todo salió de ahí.
5) El que lee los libros de moda, para estar
actualizado y tener tema de conversación entre
otros de su misma especie.
6) El lector sensato, que siente que no puede
confiar en sí mismo para elegir y participa de
grupos de lectura y se asocia a círculos de
lectores.
7) El lector libre de prejuicios, que entra a una
librería para hacer tiempo. No pensaba comprar
nada, pero se siente atraído por una tapa, una
imagen, un título o por el nombre extraño deç
ese autor que no conoce.
8) El que completa todas las lecturas obligatorias,
y espera por nuevas obligaciones.
9) El que no corre riesgos: Sólo lee lo que le
recomiendan los que saben más que él, casi siempre
son amigos y se lo pueden prestar.
10) El que ante la dificultad de la lectura y la ausencia
de todo placer, avanza con una voluntad digna de mejor
causa porque hay que terminar todo lo que se empieza.