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miércoles, 15 de junio de 2022

La evolución del miedo

 

(Horacio Ruminal)

 

                     “El pacifismo, no es más

                       que el culto del miedo”

                                 Leopoldo Lugones


I

El miedo es un sentimiento natural,

no hay razones para deslegitimarlo,

soslayarlo o despreciarlo.


(No es posible librarse del miedo, pero

entenderlo puede ayudar a tramitarlo sin

conflicto y vivirlo en plenitud)


Me temo que hay una prédica antigua

y sin fundamento, que pretende

descalificar al miedo como un sentimiento

inútil, inferior y propio de consistencias

débiles, como la condición femenina, el

pretendido sexo débil.


¿Qué es la debilidad?


En todas las especies hay individuos más

o menos débiles que otros, sin que sea

determinado por el género o el sexo.


Entre nosotros, se impone el rechazo a la

debilidad; un rechazo histórico: Siglos de

cultura acumulada parecen demostrar que

la Historia, no la hacen los débiles; ellos

no cuentan, ni valen: La debilidad es un

valor negativo.


Las comunidades se arman y avanzan en

la dirección que imponen los más fuertes,

aquellos que no temen; nunca los cobardes.


¿Quién dudaría de la historia?


Con argumentos débiles como estos,

llegamos hasta aquí. No nos fue tan mal,

¿no?


No, no voy a polemizar conmigo.

No tengo miedo a la verdad, pero

podría perder.



II

Entre los miedos más populares, está el

miedo a perder, al rechazo, al ridículo,

a la soledad, a lo inesperado, a lo diferente,

a lo desconocido y otros enemigos más

difíciles de identificar, pero que pueden estar

en cualquier parte.


También, el miedo que nos generan algunas

nociones que exceden los alcances de la razón

humana: lo infinito, el vacío, el dentista.


Por último, el más común y del que nadie

escapa: el miedo a la muerte, que es inherente

a nuestra condición: Todos sabemos que vamos

a morir, algo inevitable, y por eso evitamos

pensar en la muerte, una certeza difícil de

soportar, además de la única (Hay quien se

suicida por no poder soportarlo)


Antes de seguir avanzando, debo aclarar:

Sé que asumiendo la defensa del miedo, y

reivindicando este sentimiento natural y

popular, no genero empatía, ni sumo

auspiciantes, ni atraigo inversiones.

No importa, me temo que no tengo mucho

que perder, aunque pueda estar errado y

mi exposición contenga puntos débiles:


“Siempre se debe estar del lado de los débiles,

aún cuando están errados” (E. Cioran)



III

Con la verdad no ofendo ni temo:

La debilidad argumentativa de Artigas, está

a la vista: ¿Qué logró?


El aislamiento, la incomprensión, la división

que siempre espera el enemigo…


Una provincia estratégica del Virreinato, quedó

reducida a un Estado pequeño y dependiente:

Un estado tapón.


Hoy podrían gozar de los beneficios de ser parte

de un país bastante más grande, y en pleno

desarrollo de su dependencia.


¿Fue un ganador, para la Historia?


Con la ignorancia no ofendo ni temo, pero tal vez

si hubiera temido podría haber tomado mejores

decisiones.


IV

¿Hay algo defendible, del miedo?

¿La mejor defensa es un buen ataque?

¿Primero hay que saber defender?

¿No puede haber temor, ni en la mirada?


¿Qué hay que saber para no temer?


El miedo no es inútil, por el contrario, supo

tener una función esencial en la evolución:

Un recurso biológico y natural, para preservarnos

de los peligros y evitar riesgos inútiles.

Todos los animales conocen este sentimiento,

sin el cual no vivirían demasiado.


El miedo, es un componente esencial de la vida

inteligente: Sin él, nuestros ancestros se hubieran

enfrentado de igual a igual con los grandes

predadores, con los resultados imaginables.


El miedo, estimuló aquella inteligencia incipiente

para agruparse, desarrollar estrategias defensivas,

producir armas, etc. (También para establecer en

qué momentos del día, era posible abandonar sus

cavernas en busca de alimento sin correr mucho

peligro)


V

El desarrollo de la inteligencia, alumbró otros

conocimientos, como el fuego, a cuya luz

se hizo visible que las armas, no sólo sirven

para defenderse y tal vez, perder el miedo, sino

para producirlo al otro, y poder someterlo

libremente.


A partir de allí, el desarrollo de la civilización

incorporó la producción de armas, no sólo como

algo natural sino como la industria más importante.


Hoy, nos resulta natural que las sociedades más

desarrolladas, ostenten el mayor poder bélico o

destructivo, e inviertan cada vez más recursos

en esa industria, acaso la más segura.


La ley del más fuerte, no sólo se verifica en el

uso del poder de fuego (aún en su modalidad

disuasiva). La evolución, hizo posible el desarrollo

de otras formas de ostentar y ejercer el poder,

bastante más sofisticadas, aunque no menos temibles.


VI

Como se ve, la presencia del miedo es inescindible

de toda nuestra Historia evolutiva.


No sería sensato ni inteligente negar esta deuda

histórica, que tal vez nunca pueda ser saldada, me

temo.


Tampoco es para soslayar el temor a Dios,

creado y promovido por todas las religiones

(o en su defecto, por Dios)


Es posible que haya evitado males mayores,

aunque ésto no puede ser verificado.


(El temor a ese poder desmesurado y sobrenatural,

ejercido por un Sujeto Incierto, pero más poderoso

que todos nosotros, sería la esencia de todos los

miedos conocidos: El temor a lo desconocido)


Parece razonable la idea que circula en las altas

esferas de la especulación teórica y la investigación

científica: El desarrollo sostenido en la producción

de conocimiento y su expansión inexorable, irá

reduciendo en forma ostensible la cantidad de miedos

disponibles y cultivables, hasta su colapso y

desaparición final, cuando hayamos conocido todo

y no haya nada por conocer

ni nada que temer.

 

 

  De la serie "Evoluciones"  (en evolución)



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