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lunes, 27 de junio de 2022

La inversión del dogma

 

(Epifanio Weber)

 

¿Cuántos dogmas necesita un hombre?

¿Cuántos, para conformar un buen

creyente autosuficiente?


No muchos más que un perro,

dijo una voz oracular que era

casi un maullido.


¡Oh, my God!


Viejos dogmas resisten

y compiten con los nuevos

emprendimientos dogmáticos.


La creación es un acto de fe:

Un creador sano debe creer

en lo que crea, la vocación

se alimenta de la fe.


II

La creación es un acto de fe,

pero ante todo es inversión:

El creador invierte tiempo

y energía en un objeto.


El Creador invirtió en nosotros

-su rebaño-


(Invirtió parte de su tiempo en

crearnos, aunque tenía mucho.

Invirtió energía divina, recursos

e invirtió Amor: Todo eso tiene

de sobra.

Tampoco tenía muchas opciones

para invertir entre tanta tiniebla)


Agradecemos la inversión.



III

La inversión es un acto de fe:


Invertimos todo el día

para obtener la noche.


La noche la invertimos en sueño

y reposo para recuperar energías

vitales y emprender el nuevo día.


Podemos invertir: Según como

hayamos invertido nuestro día,

sucederá la noche.


Invertimos la vida

para anochecer en paz,

sin tener que temer ni temblar.



IV

Es conocido, el caso de un emprendedor

errante, que estaba en la ruina, carcomido

por las deudas y a punto de claudicar y

caer en el vicio y la abyección.


Pero un creyente se compadeció, creyó en

él: le ofreció su casa de campo, y le confió

unos valores para que los trabajara, y alguna

hacienda para que administrara y se

entretuviera en algo útil.


El emprendedor moroso supo invertir, creció

su fe, y no solo canceló sus deudas sino que

pudo invertir su condición deudora que tornó

acreedora y reembolsó con creces la suma al

creyente.


Amasó una fortuna, hoy tiene inversiones

diversificadas en casi todos los campos,

incluso en el campo de la fe: Tiene su

propia Iglesia, donde recibe a sus fieles

y recoge los frutos del amor, de aquel

prójimo que supo creer en él cuando

nadie creía, y confió…


Gracias a la fe, el otrora moroso incobrable

recuperó el honor, la estima, el reconocimiento

público y el crédito. Ahora es la envidia de

todo inversor sano: Un ejemplo de lo que

puede hacer la fe, y de como el Amor vence

a la Mora.


V

El dogma de la inversión

mantiene su vigencia indeclinable,

mientras otros descaecen, pierden

adeptos, seguidores y anochecen

como cualquier feligrés.


Invertir en dogmas, siempre resultó

un buen negocio; una de las inversiones

más seguras junto a la producción de

armas.


Hay buenos pronósticos:

La inversión dogmática mantiene

su ritmo y puede seguir creciendo

a niveles aceptables.


VI

No sabemos cuántos dogmas

necesita un perro; es probable

que algo más que un gato, que todavía

no desarrolló la capacidad de reconocer

que necesita un amo.


¿Nosotros tenemos suficientes?



No necesitamos una respuesta,

no necesitamos más preguntas.


La fe otorga todas las seguridades

que pueden necesitarse, para seguir

invirtiendo.


Aunque colapsaran todos los dogmas

estaríamos a resguardo: Sabemos, que

mientras haya inversión habrá futuro.


Los otros dogmas pueden caducar,

no son muy relevantes y están sujetos

a la evanescencia de los mercados

(una buena metáfora para invertir)


La inversión produce más sentidos

de lo que se cree: en un sentido

inverso, es tan necesario invertir

como ser invertido.


Debemos ser capaces de atraer las

inversiones que necesitamos para

seguir creyendo, hasta que sea la

noche.



¡Oh, my Dog!

¡Oh, my Cat!


(los gatos son criaturas crepusculares,

gustan salir de noche)


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