(Carlos Inquilino)
La disipasión se expande,
es una fuerza expansiva que
crece y se alimenta de
presiones y pasiones.
Hay una serie de productos
cuya cantidad no deja de expandirse,
destinados a satisfacer la distracción,
la dispersión, la disipasión y la
demanda expansiva en su conjunto.
El sano esparcimiento, redunda en
beneficios para las industrias
culturales, como el turismo o del
entretenimiento liso y llano.
II
Ya no nos entretenemos con cualquier
cosa, nuestros niños no quieren trompos
ni bolitas, ni disfrutan el juego del ahorcado,
el tuti fruti o las batallas navales que hacían
tolerables nuestras horas escolares.
No entenderían que nos divirtieran las
carreras de vectores. Los vectores son
parte del pasado.
No: Ni ellos lo quieren, ni nosotros
quisiéramos volver a aquello, hemos
crecido y no estamos dispuestos
a que nos entretengan con cualquier
pavada.
Sabemos que nuestra rebeldía
es positiva: Gracias a ella, la expansión
tecnológica hoy nos ofrece una serie
de productos más sofisticados, que cumplen
parcialmente su función: nos distraen por
un rato, aunque no estamos del todo
satisfechos, necesitamos más: en nuestro
tiempo libre seguiremos exigiendo.
III
El sano esparcimiento, además de impulsar
la industria y activar la economía, es algo
esencial para renovar energías y retomar
las obligaciones de las fuerzas vivas.
(La obligación de las fuerzas vivas
es mantener el movimiento vivo de
la economía, una ciencia apasionante
que no deja de expandirse)
El desarrollo de las fuerzas vivas,
hace posible todos los desarrollos
subalternos, incluídos los economistas
que siguen jugando y apostando a la
expansión: confían en su ciencia, madre
de todas, la única capaz de asegurar la
expansión del conocimiento verdadero,
es decir útil.
El resto es distracción, esparcimiento,
pasatiempo vano y fútil, sólo un juego...
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