(Horacio Ruminal)
Se descompone pero no se desintegra,
afirmaba un interlocutor imaginario
en el poema “hablemos del tiempo”
Pero el poema evolucionó en otro
sentido, y el enunciado se perdió
-junto a su emisor- en las oscuridades
inasibles del tiempo.
Lo que lucía oportuno en un momento,
dejó de serlo durante el desarrollo del
poema (No recuerdo mucho de él,
acaso no haya existido más que en la
imaginación, el lugar donde nacen
todos los poemas que cobran existencia
y los otros)
Un poema toma su tiempo,
no se mide: lo único que se
puede medir es el tiempo.
(Sólo nosotros medimos; los demás
animales viven sin medida, en plena
desmesura. Mientras nosotros medimos
ellos pierden el tiempo, por no conocer
su medida. Nosotros somos medidos,
medimos sin medida: creemos que todo
puede ser medido y nos aventuramos a
medir hasta lo que no se ve; medimos
abstracciones como el tiempo y la
velocidad. Creemos que el hombre es
la medida de todas las cosas: medimos
la volatilidad de nuestras emisiones y
la densidad de los distintos cuerpos.
En realidad, sólo medimos la utilidad:
otra abstracción, aunque aspiramos a
medirlo todo. ¿Una desmesura?)
El tiempo que demora la lectura
de un poema, nunca es el mismo:
varía con cada lector y lectura. No
leemos igual, ni a la misma velocidad,
ni leemos lo mismo. Tampoco el
sentido es el mismo al percibirlo.
El sentido es parte del tiempo
¿o lo inverso?
No hay sentido fuera del tiempo,
tampoco inversión posible
(tampoco es también un adverbio
de tiempo, aunque tampoco es el
único)
II
Es tiempo de respirar.
La respiración del poema
marca su propio tiempo:
Hay un tiempo propio del
poema y otro que lo excede
¿Cómo acertar?
Cuando hablamos del tiempo,
nadie sabe de qué habla;
hablamos sin conocimiento,
eso nos une y nos iguala:
de ahí que sea común hablar
del tiempo cuando no tenemos
de qué hablar (no se extiende
mucho esta conversación: las
propiedades del tiempo tienen
una duración)
III
Es tiempo de respirar.
Se respira tiempo
y el tiempo nos respira
al hablar, callar o entablar
el ritmo y connotar otros
sentidos posibles en el
tiempo.
El tiempo provee sentido
a todos los ritmos y contiene
sus propias alteraciones y sus
pausas.
El ritmo es movimiento,
sin movimiento no hay tiempo:
nadie respira ni es respirado.
IV
Es tiempo de respirar,
la mecánica es simple:
un ritmo binario nos incorpora
a la repetición automática, hay
un tiempo para repetir:
Todo ritmo es único
(Una prueba simple: podemos
observar, al compartir el sueño,
como los ritmos de la respiración
difieren. Para hacerlo, es necesario
mantenerse despierto, y contar con
alguna compañía en estado de reposo
-para algunas experiencias necesitamos
del otro, no son muchas-)
El ritmo es algo natural, como el tiempo
puede ser trabajado y desarrollado:
Podemos respirar en dos tiempos,
tres, o cuatro, con las variaciones
disponibles.
Para ensayarlo y probar las distintas opciones
sólo hay que concentrarse en repetir y sostener
el ritmo adoptado, aunque la condición anterior
y elemental es tener tiempo.
V
Todos tenemos tiempo, mientras respiramos;
el problema del poema del tiempo, son los
límites: Hablar con propiedad del tiempo
significaría extenderse sobre propiedades
que poco conocemos, un discurso sin fin
que excede las pretensiones de cualquier
poema posible o aspirable.
La evolución del tiempo
es un título pretencioso,
a la vez que absurdo: El tiempo no puede
evolucionar, es un concepto abstracto,
inasible e intangible; una noción ilusoria
que sostiene la idea de evolución y tantas
otras ilusiones.
No hay ilusión fuera del tiempo
(sin embargo, la ilusión evoluciona)
La evolución del tiempo
es más que un título pretencioso y absurdo,
es un título imposible: un buen título.
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