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viernes, 20 de enero de 2023

Adultos mayores: las oportunidades de la especulación

 

(Germán Singerman)

 

No sabía especular,

se especulaba.


Nadie nace sabiendo

ni especulando: no hace falta

saber, con nacer alcanza.


Después, el tiempo hace lo suyo

(otra cosa no sabe)


Un día, recogiendo la información

acumulada de la realidad externa,

uno especula: soy un viejo.


Se reconozca o no, percibe ese

reconocimiento especular.


II

Los viejos, es sabido, se vuelven más

y más huraños; viven en su mundo,

cada vez más ajeno y se refugian en

la vida especulativa.


No hacen mucho más que especular,

a cada paso, cada movimiento, calculan

primero los peligros, las ventajas del

peligro.


El propio cuerpo ya no es confiable,

es casi un enemigo. Menos aún, los

otros: ellos tiene sus ritmos, que son

otros, como el tono de sus voces.


III

A los viejos no se los puede dejar solos,

no es seguro (Ellos no están seguros ni

cuando están solos)


Entonces especulan: especulan sobre

los espacios que aún pueden ocupar

y sobre el tiempo que les resta para

aprovechar esa energía residual

y especular.


Tienen sus propios tiempos, sus

movimientos se enlentecen, son

morosos, vacilantes.


Cualquier cosa que hagan les

lleva más tiempo. Ellos lo saben

y lo aceptan con resignación: no

hay margen para la especulación.

 

No hay mucho que puedan hacer,

algunos escriben sus memorias,

otros especulan que es mejor 

olvidar todo lo mejor posible.

 

El tiempo, al fin, quizás no sea

más que pura especulación.


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