(Abel A. Borda)
Para acceder a una lectura correcta
de la realidad, hay que contar con una
cantidad de lecturas ajenas a ésta.
Conocer las distintas realidades que
confrontan en el espacio y tiempo
que ocupamos, y en otros, permiten
desarrollar una visión más amplia y
objetiva.
Para hacer una lectura propia
de la realidad histórica, hay que
contar un número de lecturas ajenas.
Tampoco conviene enajenarse demasiado
en la lectura y perder de vista la realidad.
Eso impediría interpretarla en forma correcta,
entenderla y mantenerse actualizado:
La realidad es cambiante.
Las lecturas ajenas nos enriquecen,
revelándonos que existen otras realidades
para elegir. Poder elegir es esencial para
el cultivo y desarrollo del pensamiento
propio:
Hay bastante para elegir, y podría haber
más de lo que sabemos. Casi siempre
se está en condiciones de elegir: es preciso
conocer todas las opciones y ser capaz de
hacer una buena lectura de ellas.
Hay capacidades naturales y adquiridas,
que se adquieren con la práctica, con la
práctica teórica y con la práctica de la
lectura.
(La lectura estimula el pensamiento; los
mecanismos asociativos promueven la
actividad neuronal haciendo brotar nuevas
ideas, tanto como obtener respuestas que
requieren cierta elaboración y entablar un
discurso bien tramitado y fundamentado
que denote un pensamiento propio)
Pero hay un obstáculo: el tiempo.
Nadie puede leerlo todo, y no todas
las lecturas producen el efecto deseado,
ni el mismo: Hay que ser selectivo.
Sólo quien elija las lecturas correctas
podrá ostentar un pensamiento propio
y obtener una lectura correcta de la realidad,
aunque nadie la comparta.
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