(Tomás Mercante)
No sabía qué hacer
con mi producto bruto interno:
Si ponerlo a trabajar a futuro
con los valores de plaza
o desarrollarlo más para agregarle
valor e incrementar las utilidades
optimizando el rendimiento.
Había un problema:
Si agregaba valor, tendría que afrontar
el impuesto al valor agregado, lo que
reduciría mis márgenes.
Consulté a mi asesor financiero:
-No seas bruto, el IVA se descuenta, se
transfiere a la cadena de valor y nadie
lo paga hasta que llega al consumidor final:
ese que no agregó nada, justo ése, es el que
tiene que pagarlo.
Es un impuesto perfecto, una obra de arte.
La economía no sólo es una ciencia
y la madre de todas, es mucho más que
eso y tiene su parte creativa: Es Arte.
-Pero no es un poco injusto que el consumidor
final tenga que pagar por todo lo que ganaron
los agregadores?
-No, al contrario, es el precio que se paga por
ser el último en la cadena. Es un impuesto
pedagógico:
Nunca es bueno ser el último, salvo en
la fila de los condenados.
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