(Remigio Remington)
¿Tenemos los ruidos que deseamos?
¿Tienen tus deseos el sonido que merecen?
¿Qué pasa al merecer una forma inalcanzable?
¿Y si no se merece ni siquiera el eco del sonido
ido?
¿Qué pasa al merecer?
¿Qué, con lo que merecimos al pasar?
¿Estamos a la altura de lo que merecemos?
¿Creemos lo que merecemos?
¿Cuánto ruido es preciso no desear
para merecer otro sonido?
¿En qué momento el deseo convirtió ruido
en sonido?
Ahora, el sonido se fue en silencio:
¿Mereceré este silencio? ¿O era otro?
Esta pregunta me hace ruido, pero es
un ruido conciliable, casi admisible,
casi aceptable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario