(Helena Mora)
Cuando el amor nos guía
no hay nada que temer
ni necesidad de buscar otras
verdades.
Es difícil amar todo siempre,
pero quien sepa distinguir,
discriminar lo verdadero, suele
cosechar sus frutos y saborear
el valor de su trabajo.
Entiende, al fin, que el amor
es un trabajo: el único esencial
y bien trabajado rinde frutos.
Es mejor reconocerse amable,
aún cuando no nos reconozcan.
(Ésto pensaba el poeta G. B.
mientras hisopaba un cadáver prójimo
que yacía entre otros residuos patológicos)
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