(Epifanio Weber)
Otra sorpresa que no me sorprendió,
llega un momento en que nada nos
sorprende.
A la serendipia ya la conocía
antes de conocer esta palabra.
No me sorprendió: Siempre hubo
palabras para todo, y cuando no, las
inventamos.
Es fácil inventar palabras, me confesó
un neólogo reconocido.
Incluso, se pude invertir el orden: se crea
el significante y luego se va cargando de
contenido, según las necesidades e intereses.
Algunos pueden parecer innecesarios, pero
nunca se sabe, eso dependerá de la ideología
en función dominante y las disputas por el
sentido, que es lo único que necesitamos
para identificarnos y reconocernos sociales.
Eso nos diferencia de los animales, que si
bien los hay gregarios, que viven en comunidad
y hasta conocen la división del trabajo, son
incapaces de capitalizarlo y producir riqueza:
Son comunidades que no evolucionan
en sociedades: Sin el comercio de la palabra
es imposible agregar valor al trabajo ajeno.