(Serafín Cuesta)
Un lugar singularmente seguro
para esconderse de uno mismo,
es la primera persona del plural.
Yo no suelo frecuentarla;
antes prefiero refugiarme en el
anonimato, como buen sujeto
de derecho:
Acá no sobra nadie, y a mi izquierda
no hay ninguna pared, tampoco al
centro ni a la derecha:
Más seguros no podemos estar.
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