(Tomás Mercante)
Podría agregarle una nota
de color al poema, para hacerlo
más vistoso y sumarle atracción.
O podría imprimirle un color
connotado y marcar un contraste
con la tonalidad denotada en el
registro simbólico.
Podría, incluso, ampliar el espacio
en blanco entre líneas, para que
cada lector lea ahí su propio color
y se identifique.
El poema debe ofrecer, a cada
lectura algo distintivo, que permita
su identificación.
Para ser competitivo en la carrera
poética, hay que contar con los
recursos adecuados, que son muchos
más que éstos.
Nadie lee nada porque sí; la lectura
es una inversión: el tiempo destinado
a la lectura de un poema genérico,
siempre puede ser aprovechado para
algo más útil:
Quien lo probó lo sabe.
Nadie nace sabiendo,
nadie nace poeta: El poeta se hace,
y hay que invertir mucho en lecturas
que, a menudo no son lo que prometen.
Luego, la otra tarea: Al lector hay que
atraerlo, y capturarlo. Nadie lee nada
porque sí:
Sólo leemos aquello que se identifica
con nuestro deseo; sólo deseamos
sentirnos identificados, sin que nadie
nos identifique en esa soledad idéntica,
propia del lector.
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